Pensá en 25 años para atrás. Ver que el turbo esté prendido, sacarle la funda al monitor y bajar la palanca: Estabas pronto para el mundo de la computación!
Bueno, en realidad en 5 minutos más o menos, cuando termine de cargar Windows. Y eso si lo instalaste recientemente.
En fin, en los 90 e incluso principios de los 2000 éramos gente paciente. MUY paciente. No había como tratar de descargar un tema que te gustó, abrir el Kazaa (Ares es de pebetes) y ponerlo a bajar 5 veces sólo para encontrarte con 3 videos porno (uno es entre un mono y una licuadora, no se si califica como porno o gore), un tema de Alanis Morrisette por la mitad y un afiche contra las ciclistas semi-profesionales de Philadelphia por no apoyar el Open Source.
Así que créannos que cuando apareció el iPhone en 2007, rompió con todo. Todo el mundo estaba como loco con la camarita, las apps integradas (la App Store no venía con el primer iPhone) y la introducción al mercado de consumo de la pantalla táctil capacitiva (que es parte de lo que voy a describir ahora), para mi siempre lo más importante de la experiencia Apple es la perfecta respuesta y casi inexistentes tiempos de carga de los dispositivos. Todo el que me conoce sabe que me encantan los juegos (y que tengo una cantidad estúpida de consolas y portátiles), pero ya pasados mis 30 me doy cuenta para mi teléfono necesito tres cosas principales: que funcione bien y rápido en llamadas, mensajería y funciones de cámara. Todo lo demás puede considerarse en segundo plano. A la gente le gustaba el iPhone, y a veces ni sabía por qué.
Cuando Android salió al mercado después de algunas betas lo venía siguiendo día a día, porque como cualquier muerto de hambre de 20 años no era capaz de comprar un iPhone, pero no fue hasta 2011 que pude tener mi primer smartphone con Android: el Motorola Backflip.
EL HORROR.
Pocas veces había visto un teléfono tan lento. Incluso en Android 1.5 (una versión arcaica cuando lo pude comprar), la experiencia de usuario era simplemente horrible.
No lo podía entender en el momento, pero rápidamente me fui interiorizando en cómo funciona Android (sobre todo en esas versiones) y sobre la libertad que era dada a las marcas sobre las especificaciones de los teléfonos.
Mi teléfono tenia un CPU teóricamente similar en performance (ARM11 alrededor de 500MHz, un poco más rápido que el iPhone), 256MB de RAM (el doble que la manzana) y un GPU de gama media. De todos modos, el teléfono no podía con algo tan simple como el Angry Birds!
La razón? En realidad varias. Por un lado, aunque era basado en el robusto núcleo de Linux, Android todavía era un sistema en pañales y necesitaba muchas optimizaciones que vinieron en versiones posteriores.
Por otra parte, Android necesita funcionar en múltiples dispositivos con arquitecturas posiblemente diferentes, por lo que va a ser ineficiente por múltiples razones. La única forma de escribir código y que funcionara en todas las plataformas con mínimos ajustes era mediante el uso de un lenguaje semi-interpretado (Java) para sus dispositivos.
Como todos recordaremos, esta no es la primera vez que los fabricantes de celulares recurren a Java como lenguaje para aplicaciones entre aparatos totalmente distintos. Los «juegos Java» que bajábamos para los celulares en los 2000s estaban implementados en una máquina virtual ultra reducida de Java (J2ME, o Java Mobile Edition, v2). Era una version de Java tan reducida que podía correr en mi potentísimo Motorola C650 (Primer Motorola con cámara, micro de 42 MHz, pueden hacerse una idea de la fluidez). Divino para jugar y hacer cagadas, pero no intentes hacer una llamada.
En fin, volviendo a los tiempos actuales, el gran problema de Android no es la performance. Es la sensación de performance. En gran parte por un capricho de Steve Jobs (que resultó bastante bien), iOS da prioridad en uso de recursos a su interfaz de usuario por encima de todo lo demás. Esto puede no ser la mejor idea en un PC o servidor, pero en un teléfono o tablet tiene todo el sentido del mundo, ya que son dispositivos que uno espera que respondan al instante, y sobre todo que no se interpongan en lo que tengas que hacer. Sea hacer una llamada o sacar una foto, el teléfono tiene que estar «siempre listo». Y es un asunto vital que Android no acaba de entender.
Y cerrando un poco todo esto (que en realidad no veo que lleve a ningún lado), vamo Peñarol, el MOS 6502 y el fainá del medio. Salutes!
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